sábado, 20 de abril de 2013

LA GUERRA QUE NO NOS PERTENECE


COSTOS DE UNA GUERRA ESTERIL
María Inés Baquero es una de las tantas personas que en Colombia realizan un trabajo serio y concienzudo por la paz. Al hablar con esta especialista, se puede avizorar cuán extenso y complejo es el conflicto armado colombiano y cuáles la multitud de aspectos y situaciones que surgen de él.
La doctora Baquero ha trabajado con los procesos de víctimas como el de la masacre de Bojayá, en 2002, y en la actualidad desarrolla un trabajo de recopilación de experiencias del conflicto en el departamento de Cundinamarca, con una visión hacia la problemática de los niños, niñas y adolescentes.
¿Cómo es el trabajo que adelanta para la gobernación de Cundinamarca?
Mi trabajo es más integral y no tiene tanto que ver con el tema del conflicto armado sino con otros conflictos. Vengo desempeñándome como investigadora sobre el tema del conflicto, y básicamente a partir de las narraciones de maestros, a partir del cuidado de niños y niñas en las zonas de guerra del conflicto armado. Este trabajo tiene varias connotaciones, en primer lugar narrativas, porque lo que busco es reconocer las voces de los colectivos que han estado invisibles, como las mujeres, los indígenas, las personas con discapacidad, y la tarea a la que me he dado es a trabajar con este colectivo de maestras y que han tomado la decisión de volver, de retornar a sus territorios, y que cuentan qué significa educar en una zona de guerra, qué significa cuidar a su niñas, y es sorprendente lo doloroso que es para esas personas llegar a su hora de clase y ver que no hay el mismo número de niños porque a uno u otro se lo llevaron los grupos irregulares.
En este momento estoy trabajando en la zona nororiental del departamento de Cundinamarca, la zona de Guaduas, Caparrapí, La Paula, Yacopí, donde hay una problemática con la presencia paramilitar, del frente 22 de las Farc, y de las Erpac, pero se habla de una problemática muy profunda.
Colombia acaba de ser incluida en el listado de Naciones Unidas como uno de los países en los que se cometen graves violaciones contra los niños en el marco del conflicto, sobre todo las que tienen que ver con delitos sexuales. Contraste
Lo que ocurre en las zonas de conflicto con los menores es que casi que la forma más natural de relacionarse con el mundo está atravesada por el conflicto, a partir de lo que es aceptar. Diría no menores, sino niños, niñas y adolescentes, porque la categoría menores implica una situación de inferior o considerada incapaz, mientras que niños, niñas y adolescentes, como sujetos de derecho y como está reconocido en la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
Entonces, tenemos una serie de denuncias al naturalizar una manera de relacionarme haciéndole daño al otro,


dejándole marcas, y haciéndolo costumbre y llegando en una transformación de cómo nos relacionamos. Me sorprende como las maestras dicen que los juegos en los recreos de los niños y los jóvenes es convertirse en paramilitares y guerrilleros, y eso duele.
En ese escenario, ¿cuáles son las posibilidades que usted ve a un proceso de reparación y, en definitiva, de perdón, de verdadera paz?
Hay varias cosas, este es un proceso se requiere un que reflexionemos en estas maneras de relacionamiento y que las podamos transformar, sólo de esta manera podemos construir una ciudadanía para nuestros niños, niñas y adolescentes sustentada en el respeto que nos merecemos como humanidad, entonces ahí viene un trabajo fuerte, pero creo que hoy las escuelas, sobre todo las que están confrontadas con la tierra, están siendo acompañadas para superar la etapa de maestros y maestros intimidados, dueños de un miedo profundo al perpetrador, que está ahí.
La visibilización de estos temas en Colombia se hace, en gran medida, gracias a esfuerzos distintos, de diversos estamentos, desde la academia, desde entidades sociales, ¿no se encuentran de alguna manera dispersos, o mejor, no pierden su impacto al no estar unificados?
Cuando un problema como este lleva cincuenta años, está tan arraigado, en donde el siglo pasado inició con conflicto y se finalizó con conflicto, con las sucesivas violencias de las distintas épocas, existe en Colombia una problemática estructural, que está arraigada en la cultura, y en donde incluso la información está tergiversada, o como en el caso de los paramilitares, que se fueron para Estado Unidos diciendo una parte solamente.
¿Falló en ese sentido el proceso de Justicia y Paz?
Yo creo que ellos tienen que decir mucho, porque fueron los perpetradores e hicieron mucho daño y toda la verdad no se ha recuperado. Tiene que haber una responsabilidad de su parte.
¿Y en cuanto al Estado?
Tiene que haber, por supuesto una responsabilidad para el Estado. Pero también hay responsabilidad de la sociedad civil, que mira de lejos el tema y creo que desde la sociedad y desde la esfera pública debe hacerse una reflexión de lo que no debe volver a pasar.
¿No cree que en las ciudades de Colombia haya una falta de conciencia acerca de que vivimos en un conflicto armado?
Absolutamente, hay una ausencia absoluta de toda. Creo que hay que limpiar los ríos y los campos, porque hay mucho dolor allí.0
¿Qué se va a solucionar en un eventual acuerdo de paz con las Farc?
Este es un proceso, que así como es estructural necesita mucho tiempo para reparar el daño, porque qué podemos de una persona que desde su infancia, a los 8 o 9 años, su trabajo era limpiar y mantener el armamento, esa fue su escuela.
¿Cómo evalúa la presencia del Estado en los lugares donde es más profundo el conflicto? Sin hablar de Fuerza Pública, claro.
Aquí tenemos que tener claro, en primer lugar, la responsabilidad del Gobierno Nacional con la Ley 1498, que reconoció en el 2011 todo lo que tiene que ver con el reconocimiento a las víctimas, pero la responsabilidad del estado hace también alusión a otras instancias, todo lo que tiene que ver con la Justicia, el tema de las detenciones, todo lo que tiene que reglamentar el Congreso de la república, el andamiaje central, la responsabilidad de las autoridades locales con el conflicto armado, porque se desarrolla en los territorios y allí hay ausencia de políticas públicas que reparen, que tengan auténtica mente  una injerencia en una educación para la paz. Condiciones sociales, de una salud digna, de acceso a agua potable. Un estado y una sociedad decente es la que no humilla y una humillación es que un municipio de Antioquia lleve 27 años sin agua y la gente tenga que tomar el agua de un charco de agua sucia. Entonces la paz tiene que hacer desde esa integración en lo social, para que las personas se puedan desarrollar en sus capacidades y potencialidades, porque la paz no es solamente limitarse a firmar un documento, implica en vez de armar, amar. A un hogar, en lugar de armas, lo tienes que dotar de capacidades. 
Lo peor es que nos ufanamos de tener las mejores Fuerzas Armadas del mundo en vez de ocuparnos que las personas tengan al máximo sus capacidades intelectuales, de relaciones, desarrolladas. Es decir, la inversión no está en la persona sino en dotarlo de armas.

Juan Santa Cruz
@jbsantacruz

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