jueves, 8 de enero de 2015

YO TAMBIEN SOY CHARLIE HEBDO.
París, 7 enero (EFE).- El último número del semanario satírico francés "Charlie Hebdo", dedicado al polémico escritor Michel Houellebecq, contiene en sus páginas una caricatura firmada por el director de la publicación, C harb, que parece premonitoria.
Charb, asesinado  junto a otras once personas -entre ellas tres de los principales dibujantes de la publicación- por presuntos terroristas, dibuja en sus páginas el personaje de un yihadista bajo el texto: "Francia sigue sin atentados".
La caricatura del supuesto yihadista, con el dedo índice alzado y la mirada perdida, replica a esa noticia y puntualiza: "Tenemos hasta el final de enero para presentar nuestros deseos...".
La animadversión de los islamistas radicales hacia la revista viene de antiguo, desde que en 2006 publicó las primeras caricaturas del profeta Mahoma en solidaridad con el periódico danés "Jyllands-Posten".
El "Charlie Hebdo" dedica su número de esta semana a Houellebecq, protagonista de un encendido debate en Francia al haber imaginado en su nuevo libro un futuro en el que el jefe de un partido islamista moderado se convierte en presidente de la República con el apoyo de las formaciones tradicionales.
En sus viñetas, vuelve a mostrar el tono provocador y reivindicativo que lo caracteriza, dibujando al propio Houellebecq bajo un texto que reza: "¡Escándalo! ¡Alá ha creado a Houellebecq a su propia imagen!".
En otra viñeta, que también es la última imagen difundida a través de su cuenta de la red social Twitter, el jefe del Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Bagdadi, "presenta" sus deseos para el nuevo año: "¡Y sobre todo, salud!".
Desde la publicación de las caricaturas de Mahoma, el "Charlie Hebdo" ha sufrido amenazas y agresiones constantes, la última en 2013, cuando piratas informáticos atacaron su página web, probablemente a causa de la publicación de un suplemento especial con una biografía en cómic sobre Mahoma.
En septiembre de 2012, el semanario fue duramente criticado por publicar unas caricaturas de Mahoma, poco después de haberse producido ataques a embajadas y consulados occidentales en países musulmanes por la difusión de un vídeo crítico con el islam.
El 2 de noviembre de 2011, la sede del semanario fue incendiado después de publicar un número sobre la victoria de los islamistas en Túnez. EFE

No se sabe exactamente qué circunstancias llevaron a Renald Luzier a sacudirse de la cama media hora más tarde de lo acostumbrado. Tal vez la razón sea que era el día de su cumpleaños.Fueron treinta minutos decisivos que impidieron que Luzier, más conocido como Luz, estuviera en la sala de redacción para el momento en el que tres encapuchados entraron con fusiles Kalashnikov a matar todo lo que se les atravesara.
 
Elise Barthet, periodista de Le Monde, escribió que en los andenes de la Rue Nicolas Appert -donde está la sede de Charlie Hebdo- la Policía adecuó carpas de color naranja para atender a los testigos y sobrevivientes. Y allí estaba Luz, con las manos temblorosas y fumándose febrilmente un cigarrillo, en medio del aire frío, las luces de sirena, las camillas y los rostros de terror que apenas si digerían lo que estaba ocurriendo, relató Barthet. De hecho Luz fue uno de los primeros testigos en reportar telefónicamente los gritos y los disparos que se escucharon desde afuera, según un cable de la agencia AFP. 
 
Para cuando el caricaturista había sido trasladado al hospital, varias personas describieron cómo su esposa intentó pasar el cordón policial, luego de lo cual se echó a llorar y dijo: “es esencial que encuentre a mi marido. Sé que está bien pero me asusta terriblemente”, publicó diario Liberation.
  
Luz nació el 7 de enero de 1972 en Joué-lès-Tours, una ciudad del centro de Francia de apenas 35 mil habitantes. Estando en el colegio hacía caricaturas de sus profesores y a los 19 años se fue a estudiar derecho a Paris, adonde  llegó a vivir en cuartos que alquilaba por 50 francos la noche. 
 
Pero el destino cambió para Luz el día que vio en un quiosco de revistas un ejemplar de La Grosse Bertha, una publicación que terminó siendo el borrador de Charlie Hebdo. Luz tenía 19 años y entonces comenzó a enviar cada semana un dibujo que a veces le publicaban y a veces no. Y fue en 1992, justo en el momento en el que se debatía entre seguir como caricaturista o abogado, cuando La Grosse Bertha le publicó siete dibujos en una misma tacada, le contó Luz a Thierry Soulard en una entrevista.
 
Luz se volvió de las entrañas de Charlie Hebdo y su trabajo, como el de sus compañeros  asesinados (Charb, Cabu, Wolinski y Tignous), es considerado de culto en Francia. Una de las caricaturas de Luz es acaso una de las que más hizo famosa la portada del semanario francés. Es la imagen del profeta Mahoma que dice, “100 latigazos si te mueres de risa”. La publicación, de noviembre de 2011, le valió a Charlie Hebdo un atentado con una bomba Molotov que terminó por calcinar la sede. El dibujo era una reedición mucho más moderada que la publicada por un diario de Dinamarca. Sobre esa portada en particular, Luz le dijo al colombiano Ricardo Abdahllah, en un texto para El Espectador, que su intención fue hacer algo menos agresivo que las caricaturas danesas. “Allí mostraban algo directo. Yo prefería algo más chistoso (…) A los musulmanes los respetamos siempre, de los extremistas de todos los tipos nos seguiremos burlando”.Y es en ese punto en que hay que interpretar el trabajo que se hacía desde de Charlie Hebdo. Con humor, con sátira y acidez se mofaban de los radicalismos de todas las religiones, incluso de aquella que puede resultar siendo tan dañina cuando se sucumbe en el fanatismo: la política. En el mismo artículo de Abdahllah, Luz habla de procesos judiciales que tuvieron que enfrentar por denuncias de la iglesia católica: “Y eso que con los cristianos debería ser más fácil porque de Mahoma sabemos que existió, en cambio de Jesús no tenemos pruebas”.
 
En 2013, la mexicana Gisela Pérez de Acha visitó las instalaciones de Charlie Hebdo. Ella dice que la recibió Luz, a quien describe como un hombre peculiar: “alto, siempre despeinado, usa lentes de pasta y camisa de cuadritos”. Las descripciones que hace Gisela en una crónica publicada en Sinembargo. hoy resultan conmovedoras.Es imposible dejar de pensar que el espacio que Gisela detalla es el mismo que un año después se teñiría de sangre: “lo primero que se ve al entrar es una mesa en forma de herradura donde los caricaturistas dibujan a mano y colorean las sombras con pinturas de acuarela. El ambiente es casi festivo entre las paredes decoradas de portadas y caricaturas”.En el encuentro con la mexicana, Luz dio puntadas sobre la filosofía de Charlie Hebdo. Dijo que el objetivo no era hacer enojar a las personas o instituciones a las que criticaban, sino hacer reír al lector. En medio de la conversación Luz se paró de la mesa para enseñarle a Gisela la edición que sacaron luego de haber sido tachados de irresponsables por publicar un dibujo de Mahoma, en momentos en los que se tejía una enardecida polémica sobre la película Innocence of Muslims (La inocencia de los musulmanes). La edición que Luz le pasó a Gisela en las manos es completamente blanca. Era una protesta silenciosa y helada a la censura, eran páginas vacías que también hoy pudieran reflejar  el atentado atroz del que fueron víctimas los compañeros de Luz, los mismos que este miércoles llegaron temprano a trabajar.

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