Así cayó Cano
SEMANA revela todos los detalles de la operación que llevó a la muerte de Alfonso Cano. El trabajo conjunto entre inteligencia de la Policía y el Ejército fue la clave para dar el golpe que terminó con el máximo jefe de las Farc.
Una de las principales estructuras que se convirtieron en la fortaleza y retaguardia de Alfonso Cano fue el Comando Conjunto Central (CCC), que actúa en Huila y Tolima. Las Fuerzas Militares y la Policía eran conscientes de que para poder llegar al máximo jefe de las Farc el primer paso era acabar o debilitar esa estructura. Siguiendo la estrategia de "burbujas" establecida por Juan Manuel Santos desde que fue ministro de Defensa, la cual consiste en que la fuerza que tenga mayor información sobre un blanco debe ser la encargada de atacarlo, la labor de desvertebrar el CCC le correspondió a la Policía. La Dirección de Inteligencia (Dipol) de esa institución era la que mayor información tenía sobre esa facción guerrillera, y desde hace tres años destinó a un grupo de 15 hombres para atacar uno de los pilares de la protección de Cano. Con infiltrados en diferentes zonas del Cauca, los hombres de la Dipol lograron consolidar un trabajo de fuentes que empezó a arrojar datos fundamentales. Gracias a esa labor, entre 2009 y 2010 se lanzaron operaciones que permitieron prácticamente minar el frente 6 de las Farc, comandado por Miguel Ángel Pascuas, alias Sargento Pascuas, uno de los jefes históricos de las Farc. Esa labor de infiltración y manejo de informantes también permitió que la inteligencia de la Policía 'cazara' a siete jefes guerrilleros de otras estructuras que conformaban el CCC. Los datos recolectados por los hombres de la Dipol a lo largo de esas operaciones llevaron a que los esfuerzos se concentraran en un hombre que era fundamental para Cano. Se trataba de Arquímedes Muñoz, alias Jerónimo Galeano, responsable de la seguridad del máximo jefe de las Farc y considerado la mano derecha del comandante. En marzo de este año, gracias a las labores de inteligencia, Galeano cayó cerca al municipio de Aipe, Huila, y su lugar fue ocupado por Édgar López, alias Pacho Chino. Este guerrillero era una especie de leyenda dentro de las Farc ya que fue quien planeó y ejecutó en 2002 el secuestro de los 12 diputados de la Asamblea del Valle. Esa acción lo catapultó en las filas guerrilleras. Al punto que, tras la muerte de Jerónimo Galeano, Pascuas y Pablo Catatumbo le encomendaron la misión de ser el nuevo encargado de la seguridad de Cano. Para ese momento la Dipol ya llevaba varios años tras Pacho Chino y seguía paso a paso sus movimientos. Con los datos exactos de por dónde se movía y cómo custodiaba a Cano, la Policía empezó a trabajar e intercambiar información con el Ejército, que de forma paralela venía adelantando desde hacía tres años una serie de operaciones fundamentales para acorralar a Cano (ver el artículo 'Cacería de tres años').
Hace dos meses empezó la etapa final de la cacería a Cano. La intensa presión que las tropas del Ejército venían ejerciendo sobre él hizo que Pacho Chino lanzara una dura ofensiva sobre Toribío y otros municipios del Cauca con el fin de hacer que los militares se concentraran en contener esos ataques y así bajar la presión, algo que no ocurrió. El 26 de octubre, la Dipol le confirmó al Ejército que uno de sus mejores y más veteranos informantes había confirmado que Pacho Chino se había instalado cerca de Páez, Cauca. Era casi obvio que en el sitio estaba también Cano. El jueves 27 viajó desde Bogotá una comisión del CTI hasta Popayán como parte del apoyo, y quedó a la espera de que los militares lanzaran la operación de ataque programada para el día siguiente. El clima jugó en contra y por momentos se pensó que una vez más Cano se escaparía. Pasaron varios días antes de que los helicópteros pudieran despegar. Solo hasta el viernes 4 de noviembre el clima permitió dar vía libre a la etapa final de esta larga cacería. A las siete de la mañana de ese día, una flota de cuatro aviones Super Tucano de la FAC despegó desde la base Marco Fidel Suárez rumbo al campamento; 25 minutos más tarde soltaron la primera tanda de ocho bombas de 500 libras. En ese primer bombardeo murió alias el Zorro, quien durante 14 años fue el radio operador de Cano. También cayó Patricia, la compañera sentimental del jefe de las Farc. Minutos más tarde, hacia las ocho de la mañana, más de una docena de helicópteros Black Hawk que transportaban a miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército, que hacen parte del Cecoe, sobrevolaban el lugar. Los militares descendieron por sogas y formaron un cerco alrededor del campamento. Guerrilleros del frente 6 que hacían parte del anillo exterior empezaron a repeler el ataque con fuego nutrido. Dos helicópteros recibieron disparos de una ametralladora calibre punto 50. La intensa balacera hizo imposible que en un primer momento los militares llegaran hasta el corazón de donde se refugiaba Cano. Fue necesario solicitar un segundo bombardeo. Cuando terminó hubo unos minutos de silencio y los militares que estaban más cerca del campamento se apresuraron a copar el lugar. Allí encontraron esparcidos los cuerpos de nueve subversivos. Para su sorpresa también hallaron con vida a alias el Indio Efraín, uno de los hombres de seguridad de Cano. Esparcidos en el lugar los uniformados encontraron siete computadores, 39 USB y 24 discos duros, una ametralladora punto 50, una ametralladora M60, 194 millones de pesos, dólares, euros y otras monedas extranjeras. Mientras los militares que se encontraban en los anillos exteriores se trenzaban en una violenta balacera que duró varias horas, sus camaradas que estaban en el campamento buscaban afanosamente a Cano. En un rincón encontraron sus gafas, sus botas, su billetera y algo de su ropa. Cuatro cuerpos más aparecieron, pero no había rastro del comandante de las Farc. Hacia el mediodía emprendieron una búsqueda más organizada y minuciosa. En una de las pocas partes planas del lugar, un soldado vio un cuerpo sin vida con varios impactos de bala. El capturado Indio Efraín les confirmó a los militares que se trataba de Cano. Al comienzo dudaron, pues se trataba de un hombre sin la reconocida y nutrida barba de Cano. Hacia las cuatro de la tarde, cuando los combates amainaron, los militares lograron sacar el cuerpo en un helicóptero hasta el municipio de Suárez, en donde habían instalado uno de los puestos de mando de la operación. Hasta ese momento no había certeza de que se tratara de Cano. Hacia las siete de la noche, el cuerpo fue transportado hacia Popayán, en donde esperaba la comisión del CTI. Tras los cotejos dactilares de rigor, los peritos confirmaron que efectivamente se trataba del comandante de las Farc. Una cacería de más de tres años y una operación de más de dos meses habían culminado con la muerte del máximo comandante de las Farc, como tarde en la noche lo anunciaron oficialmente el presidente Juan Manuel Santos y el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.
Con la muerte en el campo de batalla del jefe máximo de las Farc, Alfonso Cano, vuelve a ponerse sobre el tapete el dilema de siempre: ¿qué viene ahora? ¿Cuáles son los escenarios posibles: la guerra o la paz? ¿O tal vez, la 'bacrimización' de la guerrilla?Lo primero que hay que decir es que un golpe a la cabeza de una organización militar como las Farc genera en el corto plazo una reacción negativa, como lo que ocurrió con la muerte del Mono Jojoy hace poco más de un año. En el núcleo duro de la guerrilla, cierto halo de moralización lleva a intensificar ataques para dar muestras de fortaleza. Eso puede conducir a que el ambiente de negociación que se venía cuajando, en el que los mensajes de paz van y vienen de manera muy silenciosa de la Casa de Nariño a las montañas de Colombia y viceversa, se congele temporalmente.
Sin embargo, la lectura en el mediano plazo, que a la larga es la que importa, es muy distinta. Si las Farc son un ejército que responde a líneas estratégicas y no un grupo personalista, tendría que pensarse que lo más factible es que venga una renovada intención de diálogo, pues los mensajes de Alfonso Cano en los últimos tiempos iban en ese sentido. "El diálogo es la ruta", dijo hace poco más de dos meses, en el último mensaje que se conoció de él a través de un video en el que apareció sin camuflado. E incluso dijo que quería "recordarle al presidente Santos que prometió dejar atrás los odios". Si bien en días pasados las Farc han venido mostrando de nuevo sus dientes, la interpretación que se ha dado es que, más que la toma del poder, lo que buscan es llegar con mejores argumentos a la mesa de diálogo.Otro elemento que se suma a este argumento es el perfil del sucesor de Cano. Mientras Alfonso Cano era considerado como la línea más radical de las Farc, y tal vez el menos dotado para llevar a la guerrilla a una mesa de negociación, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, y Luciano Marín, alias Iván Márquez, que son los llamados a sucederlo en la comandancia, se han mostrado, ante todo, como negociadores. Ambos tuvieron un papel protagónico en los diálogos del Caguán, a diferencia de Cano, que se dedicó a crear su Movimiento Bolivariano. Iván Márquez, incluso, ya probó la legalidad, pues fue elegido congresista a nombre de la Unión Patriótica en 1986. Y los dos también, a diferencia de los demás mandos supremos que han tenido las Farc en los últimos años (llámese Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Mono Jojoy o Raúl Reyes), han estado más recientemente en escenarios políticos, como bien se vio en las fotografías en la casa presidencial de Caracas.Con la muerte de Manuel Marulanda, que tenía tatuada en su ADN la toma del poder; la del Mono Jojoy, que era el líder de la guerra, y la de Alfonso Cano, que era el radical antinegociación, por primera vez las Farc podrían quedar en manos de un jefe con más vocación de diálogo.No obstante, también es cierto que después del éxito en el campo de batalla en un año cayó por acciones de las Fuerzas Militares la dupla de oro de las Farc, el Mono Jojoy y Alfonso Cano-, la pelota está en la cancha del gobierno. Y hasta ahora existe la tendencia a pensar que el presidente Juan Manuel Santos, a pesar de su traje de halcón, estaría inclinado a hacer la paz con la guerrilla y así pasar a la historia como el gran transformador del país.Desde su discurso de posesión dejó claro que la puerta del diálogo no estaba cerrada con llave. Y a lo largo de su gobierno ha dado pasos en ese sentido: la Ley de Víctimas y su capítulo de restitución de tierras, el reconocimiento de la existencia del conflicto, la declaración de Hugo Chávez como nuevo mejor amigo y, ahora, la reforma a la Constitución que está promoviendo en el Congreso para crear un marco para la paz en el cual se contempla que los guerrilleros desmovilizados puedan competir en la arena política. "Si se da la eventualidad de que se llega a algún acuerdo con la guerrilla, es necesario que la legislación esté preparada", explicó hace unas semanas un alto funcionario del gobierno a SEMANA.A eso se suma que gracias al hecho de que su gobierno ha eliminado a los dos grandes de las Farc, y a que como ministro de Defensa también fue protagonista de la más eficaz ofensiva contra este grupo guerrillero, está en inmejorables condiciones ante la opinión pública para hacer una apuesta por la paz sin temor a que nadie pueda tildar su gobierno de débil.La duda surge con estos nuevos golpes militares. ¿Hasta qué punto pueden envalentonar al gobierno para seguir en la línea de la derrota militar? ¿Qué tan tentado estará a considerar que en términos de opinión pública pueden serle más rentables golpes de guerra como este, que dan réditos inmediatos, que la misma negociación?La respuesta a estos interrogantes la dio, en el amanecer del sábado, pocas horas después de conocerse la muerte de Alfonso Cano, el propio presidente Juan Manuel Santos. Fue sorprendente el énfasis que hizo en la palabra paz. "No podemos ser triunfalistas. Debemos insistir hasta traerles a los colombianos un país en paz", dijo al principio de su corta intervención. Y cerró asegurando: "Vamos a conseguir la paz, que ha sido esquiva por tantas décadas".No obstante, de las buenas intenciones a la puesta en práctica hay mucho trecho. ¿Cuál sería hoy un modelo viable de negociación o de desarme? No cabe duda de que las reformas que el presidente Santos está adelantando tienen cara de ser la cuota inicial para ese diálogo. Pero llegar a concretar la paz es tal vez la prueba de fuego que medirá su verdadera estatura de estadista.Las Farc, con su capacidad de dar coletazos, no van a dar fácilmente el brazo a torcer. La guerrilla ha dado en los últimos meses pruebas de fuerza en Cauca, Catatumbo y Arauca. Y está concentrada en la Amazonia, el Pacífico y la Orinoquia, que hoy se han convertido en la despensa de las riquezas del país: la minería, el petróleo y la agroindustria. A pesar de que muchos creen que la guerrilla está derrotada militar y políticamente, también es cierto que un nuevo ciclo de guerra puede abrirse si no se concreta un proceso de paz. O lo que puede ser peor, tampoco se puede descartar un escenario en que la guerrilla, mientras el nuevo jefe máximo consolida su poder, pueda tener quiebres en su unidad de mando. O que en ciertas regiones, los núcleos menos duros, tentados por las rentas del narcotráfico o la minería ilegal, puedan entrar en un proceso de 'bacrimización' aun más difícil de reversar.Pero sin duda, la muerte de Alfonso Cano abre hoy la expectativa de una posible salida negociada al conflicto. Los requisitos de la cartilla del diálogo están dados: una eficaz ofensiva militar para sentar a la guerrilla a la mesa, unas reformas legales en curso para acondicionar el Estado a las necesidades de esa negociación y un presidente que en vez de sacar pecho con el gran triunfo militar, por el contrario, ratifica, sin bemoles, su voluntad de lograr la paz.
UNA OPINION MÁS:Quien va responder por las miles y miles de murtes de tantos niños y jovenes engañados que empuñaron las armas,sera que dejando las armas la guerrilla se acaba la injusticia de este Pais,sera que el dinero destinado por el gobierno para combatir la guerrilla lo invierten en combatir la pobresa?sra que el gobierno les cumple a los desmovilizados tal como sucedió con los mas de 30.000 paramilitares reinsertados?entonces por que no dialogar si esto esta seguro,si esta garantizado seria bueno iniciar ya para que tantos Colombianos no terminene en el campo de batalla o en la selva aniquilados peor que animales,para que nuestros secuestrados regresen a conoecer a us familias y vuelvan a la civilizacion,paraq ue nuestros niños jueguen tranquilos en los caminos y carreteras,para que los jovenes vuelvan a la universidad,que la educacion tenga garantias para tantas personas pobres….etc….etc…etc…el camino de la paz es mas facil que el de la guerra…señor GOBIERNO,iniciemos ya!!!! Perdon una preguntica…SERA QUE ESTA VES SI VAMOS A PARTICIPAR QUIENES HEMOS PUESTOS TANTOS MUERTOS,TANTAS VICTIMAS O SERAN LOS MISMOS QUE CADA QUE MUERE UN SOLDADO,UN POLICIA,UN PARAMILITAR,UN GUERRILEROS LOS REEMPLAZAN COMO BULTOS DE PAPA,UNO POR OTRO Y AQUÍ NO HA PASADO NADA???
SEMANA revela todos los detalles de la operación que llevó a la muerte de Alfonso Cano. El trabajo conjunto entre inteligencia de la Policía y el Ejército fue la clave para dar el golpe que terminó con el máximo jefe de las Farc.
Una de las principales estructuras que se convirtieron en la fortaleza y retaguardia de Alfonso Cano fue el Comando Conjunto Central (CCC), que actúa en Huila y Tolima. Las Fuerzas Militares y la Policía eran conscientes de que para poder llegar al máximo jefe de las Farc el primer paso era acabar o debilitar esa estructura. Siguiendo la estrategia de "burbujas" establecida por Juan Manuel Santos desde que fue ministro de Defensa, la cual consiste en que la fuerza que tenga mayor información sobre un blanco debe ser la encargada de atacarlo, la labor de desvertebrar el CCC le correspondió a la Policía. La Dirección de Inteligencia (Dipol) de esa institución era la que mayor información tenía sobre esa facción guerrillera, y desde hace tres años destinó a un grupo de 15 hombres para atacar uno de los pilares de la protección de Cano. Con infiltrados en diferentes zonas del Cauca, los hombres de la Dipol lograron consolidar un trabajo de fuentes que empezó a arrojar datos fundamentales. Gracias a esa labor, entre 2009 y 2010 se lanzaron operaciones que permitieron prácticamente minar el frente 6 de las Farc, comandado por Miguel Ángel Pascuas, alias Sargento Pascuas, uno de los jefes históricos de las Farc. Esa labor de infiltración y manejo de informantes también permitió que la inteligencia de la Policía 'cazara' a siete jefes guerrilleros de otras estructuras que conformaban el CCC. Los datos recolectados por los hombres de la Dipol a lo largo de esas operaciones llevaron a que los esfuerzos se concentraran en un hombre que era fundamental para Cano. Se trataba de Arquímedes Muñoz, alias Jerónimo Galeano, responsable de la seguridad del máximo jefe de las Farc y considerado la mano derecha del comandante. En marzo de este año, gracias a las labores de inteligencia, Galeano cayó cerca al municipio de Aipe, Huila, y su lugar fue ocupado por Édgar López, alias Pacho Chino. Este guerrillero era una especie de leyenda dentro de las Farc ya que fue quien planeó y ejecutó en 2002 el secuestro de los 12 diputados de la Asamblea del Valle. Esa acción lo catapultó en las filas guerrilleras. Al punto que, tras la muerte de Jerónimo Galeano, Pascuas y Pablo Catatumbo le encomendaron la misión de ser el nuevo encargado de la seguridad de Cano. Para ese momento la Dipol ya llevaba varios años tras Pacho Chino y seguía paso a paso sus movimientos. Con los datos exactos de por dónde se movía y cómo custodiaba a Cano, la Policía empezó a trabajar e intercambiar información con el Ejército, que de forma paralela venía adelantando desde hacía tres años una serie de operaciones fundamentales para acorralar a Cano (ver el artículo 'Cacería de tres años').
Hace dos meses empezó la etapa final de la cacería a Cano. La intensa presión que las tropas del Ejército venían ejerciendo sobre él hizo que Pacho Chino lanzara una dura ofensiva sobre Toribío y otros municipios del Cauca con el fin de hacer que los militares se concentraran en contener esos ataques y así bajar la presión, algo que no ocurrió. El 26 de octubre, la Dipol le confirmó al Ejército que uno de sus mejores y más veteranos informantes había confirmado que Pacho Chino se había instalado cerca de Páez, Cauca. Era casi obvio que en el sitio estaba también Cano. El jueves 27 viajó desde Bogotá una comisión del CTI hasta Popayán como parte del apoyo, y quedó a la espera de que los militares lanzaran la operación de ataque programada para el día siguiente. El clima jugó en contra y por momentos se pensó que una vez más Cano se escaparía. Pasaron varios días antes de que los helicópteros pudieran despegar. Solo hasta el viernes 4 de noviembre el clima permitió dar vía libre a la etapa final de esta larga cacería. A las siete de la mañana de ese día, una flota de cuatro aviones Super Tucano de la FAC despegó desde la base Marco Fidel Suárez rumbo al campamento; 25 minutos más tarde soltaron la primera tanda de ocho bombas de 500 libras. En ese primer bombardeo murió alias el Zorro, quien durante 14 años fue el radio operador de Cano. También cayó Patricia, la compañera sentimental del jefe de las Farc. Minutos más tarde, hacia las ocho de la mañana, más de una docena de helicópteros Black Hawk que transportaban a miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército, que hacen parte del Cecoe, sobrevolaban el lugar. Los militares descendieron por sogas y formaron un cerco alrededor del campamento. Guerrilleros del frente 6 que hacían parte del anillo exterior empezaron a repeler el ataque con fuego nutrido. Dos helicópteros recibieron disparos de una ametralladora calibre punto 50. La intensa balacera hizo imposible que en un primer momento los militares llegaran hasta el corazón de donde se refugiaba Cano. Fue necesario solicitar un segundo bombardeo. Cuando terminó hubo unos minutos de silencio y los militares que estaban más cerca del campamento se apresuraron a copar el lugar. Allí encontraron esparcidos los cuerpos de nueve subversivos. Para su sorpresa también hallaron con vida a alias el Indio Efraín, uno de los hombres de seguridad de Cano. Esparcidos en el lugar los uniformados encontraron siete computadores, 39 USB y 24 discos duros, una ametralladora punto 50, una ametralladora M60, 194 millones de pesos, dólares, euros y otras monedas extranjeras. Mientras los militares que se encontraban en los anillos exteriores se trenzaban en una violenta balacera que duró varias horas, sus camaradas que estaban en el campamento buscaban afanosamente a Cano. En un rincón encontraron sus gafas, sus botas, su billetera y algo de su ropa. Cuatro cuerpos más aparecieron, pero no había rastro del comandante de las Farc. Hacia el mediodía emprendieron una búsqueda más organizada y minuciosa. En una de las pocas partes planas del lugar, un soldado vio un cuerpo sin vida con varios impactos de bala. El capturado Indio Efraín les confirmó a los militares que se trataba de Cano. Al comienzo dudaron, pues se trataba de un hombre sin la reconocida y nutrida barba de Cano. Hacia las cuatro de la tarde, cuando los combates amainaron, los militares lograron sacar el cuerpo en un helicóptero hasta el municipio de Suárez, en donde habían instalado uno de los puestos de mando de la operación. Hasta ese momento no había certeza de que se tratara de Cano. Hacia las siete de la noche, el cuerpo fue transportado hacia Popayán, en donde esperaba la comisión del CTI. Tras los cotejos dactilares de rigor, los peritos confirmaron que efectivamente se trataba del comandante de las Farc. Una cacería de más de tres años y una operación de más de dos meses habían culminado con la muerte del máximo comandante de las Farc, como tarde en la noche lo anunciaron oficialmente el presidente Juan Manuel Santos y el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.
Con la muerte en el campo de batalla del jefe máximo de las Farc, Alfonso Cano, vuelve a ponerse sobre el tapete el dilema de siempre: ¿qué viene ahora? ¿Cuáles son los escenarios posibles: la guerra o la paz? ¿O tal vez, la 'bacrimización' de la guerrilla?Lo primero que hay que decir es que un golpe a la cabeza de una organización militar como las Farc genera en el corto plazo una reacción negativa, como lo que ocurrió con la muerte del Mono Jojoy hace poco más de un año. En el núcleo duro de la guerrilla, cierto halo de moralización lleva a intensificar ataques para dar muestras de fortaleza. Eso puede conducir a que el ambiente de negociación que se venía cuajando, en el que los mensajes de paz van y vienen de manera muy silenciosa de la Casa de Nariño a las montañas de Colombia y viceversa, se congele temporalmente.
Sin embargo, la lectura en el mediano plazo, que a la larga es la que importa, es muy distinta. Si las Farc son un ejército que responde a líneas estratégicas y no un grupo personalista, tendría que pensarse que lo más factible es que venga una renovada intención de diálogo, pues los mensajes de Alfonso Cano en los últimos tiempos iban en ese sentido. "El diálogo es la ruta", dijo hace poco más de dos meses, en el último mensaje que se conoció de él a través de un video en el que apareció sin camuflado. E incluso dijo que quería "recordarle al presidente Santos que prometió dejar atrás los odios". Si bien en días pasados las Farc han venido mostrando de nuevo sus dientes, la interpretación que se ha dado es que, más que la toma del poder, lo que buscan es llegar con mejores argumentos a la mesa de diálogo.Otro elemento que se suma a este argumento es el perfil del sucesor de Cano. Mientras Alfonso Cano era considerado como la línea más radical de las Farc, y tal vez el menos dotado para llevar a la guerrilla a una mesa de negociación, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, y Luciano Marín, alias Iván Márquez, que son los llamados a sucederlo en la comandancia, se han mostrado, ante todo, como negociadores. Ambos tuvieron un papel protagónico en los diálogos del Caguán, a diferencia de Cano, que se dedicó a crear su Movimiento Bolivariano. Iván Márquez, incluso, ya probó la legalidad, pues fue elegido congresista a nombre de la Unión Patriótica en 1986. Y los dos también, a diferencia de los demás mandos supremos que han tenido las Farc en los últimos años (llámese Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Mono Jojoy o Raúl Reyes), han estado más recientemente en escenarios políticos, como bien se vio en las fotografías en la casa presidencial de Caracas.Con la muerte de Manuel Marulanda, que tenía tatuada en su ADN la toma del poder; la del Mono Jojoy, que era el líder de la guerra, y la de Alfonso Cano, que era el radical antinegociación, por primera vez las Farc podrían quedar en manos de un jefe con más vocación de diálogo.No obstante, también es cierto que después del éxito en el campo de batalla en un año cayó por acciones de las Fuerzas Militares la dupla de oro de las Farc, el Mono Jojoy y Alfonso Cano-, la pelota está en la cancha del gobierno. Y hasta ahora existe la tendencia a pensar que el presidente Juan Manuel Santos, a pesar de su traje de halcón, estaría inclinado a hacer la paz con la guerrilla y así pasar a la historia como el gran transformador del país.Desde su discurso de posesión dejó claro que la puerta del diálogo no estaba cerrada con llave. Y a lo largo de su gobierno ha dado pasos en ese sentido: la Ley de Víctimas y su capítulo de restitución de tierras, el reconocimiento de la existencia del conflicto, la declaración de Hugo Chávez como nuevo mejor amigo y, ahora, la reforma a la Constitución que está promoviendo en el Congreso para crear un marco para la paz en el cual se contempla que los guerrilleros desmovilizados puedan competir en la arena política. "Si se da la eventualidad de que se llega a algún acuerdo con la guerrilla, es necesario que la legislación esté preparada", explicó hace unas semanas un alto funcionario del gobierno a SEMANA.A eso se suma que gracias al hecho de que su gobierno ha eliminado a los dos grandes de las Farc, y a que como ministro de Defensa también fue protagonista de la más eficaz ofensiva contra este grupo guerrillero, está en inmejorables condiciones ante la opinión pública para hacer una apuesta por la paz sin temor a que nadie pueda tildar su gobierno de débil.La duda surge con estos nuevos golpes militares. ¿Hasta qué punto pueden envalentonar al gobierno para seguir en la línea de la derrota militar? ¿Qué tan tentado estará a considerar que en términos de opinión pública pueden serle más rentables golpes de guerra como este, que dan réditos inmediatos, que la misma negociación?La respuesta a estos interrogantes la dio, en el amanecer del sábado, pocas horas después de conocerse la muerte de Alfonso Cano, el propio presidente Juan Manuel Santos. Fue sorprendente el énfasis que hizo en la palabra paz. "No podemos ser triunfalistas. Debemos insistir hasta traerles a los colombianos un país en paz", dijo al principio de su corta intervención. Y cerró asegurando: "Vamos a conseguir la paz, que ha sido esquiva por tantas décadas".No obstante, de las buenas intenciones a la puesta en práctica hay mucho trecho. ¿Cuál sería hoy un modelo viable de negociación o de desarme? No cabe duda de que las reformas que el presidente Santos está adelantando tienen cara de ser la cuota inicial para ese diálogo. Pero llegar a concretar la paz es tal vez la prueba de fuego que medirá su verdadera estatura de estadista.Las Farc, con su capacidad de dar coletazos, no van a dar fácilmente el brazo a torcer. La guerrilla ha dado en los últimos meses pruebas de fuerza en Cauca, Catatumbo y Arauca. Y está concentrada en la Amazonia, el Pacífico y la Orinoquia, que hoy se han convertido en la despensa de las riquezas del país: la minería, el petróleo y la agroindustria. A pesar de que muchos creen que la guerrilla está derrotada militar y políticamente, también es cierto que un nuevo ciclo de guerra puede abrirse si no se concreta un proceso de paz. O lo que puede ser peor, tampoco se puede descartar un escenario en que la guerrilla, mientras el nuevo jefe máximo consolida su poder, pueda tener quiebres en su unidad de mando. O que en ciertas regiones, los núcleos menos duros, tentados por las rentas del narcotráfico o la minería ilegal, puedan entrar en un proceso de 'bacrimización' aun más difícil de reversar.Pero sin duda, la muerte de Alfonso Cano abre hoy la expectativa de una posible salida negociada al conflicto. Los requisitos de la cartilla del diálogo están dados: una eficaz ofensiva militar para sentar a la guerrilla a la mesa, unas reformas legales en curso para acondicionar el Estado a las necesidades de esa negociación y un presidente que en vez de sacar pecho con el gran triunfo militar, por el contrario, ratifica, sin bemoles, su voluntad de lograr la paz.
UNA OPINION MÁS:Quien va responder por las miles y miles de murtes de tantos niños y jovenes engañados que empuñaron las armas,sera que dejando las armas la guerrilla se acaba la injusticia de este Pais,sera que el dinero destinado por el gobierno para combatir la guerrilla lo invierten en combatir la pobresa?sra que el gobierno les cumple a los desmovilizados tal como sucedió con los mas de 30.000 paramilitares reinsertados?entonces por que no dialogar si esto esta seguro,si esta garantizado seria bueno iniciar ya para que tantos Colombianos no terminene en el campo de batalla o en la selva aniquilados peor que animales,para que nuestros secuestrados regresen a conoecer a us familias y vuelvan a la civilizacion,paraq ue nuestros niños jueguen tranquilos en los caminos y carreteras,para que los jovenes vuelvan a la universidad,que la educacion tenga garantias para tantas personas pobres….etc….etc…etc…el camino de la paz es mas facil que el de la guerra…señor GOBIERNO,iniciemos ya!!!! Perdon una preguntica…SERA QUE ESTA VES SI VAMOS A PARTICIPAR QUIENES HEMOS PUESTOS TANTOS MUERTOS,TANTAS VICTIMAS O SERAN LOS MISMOS QUE CADA QUE MUERE UN SOLDADO,UN POLICIA,UN PARAMILITAR,UN GUERRILEROS LOS REEMPLAZAN COMO BULTOS DE PAPA,UNO POR OTRO Y AQUÍ NO HA PASADO NADA???
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